Por San Martín de invierno.



Era la noche de San Martin de invierno del año 15... Cuando ocurrió la historia que les voy a relatar y que a mí me contaron una tarde de invierno al calor de la chimenea y todavía no he podido olvidar.

Siéntense vuesas mercedes en esta mesa, cerca del calor del hogar, que ahora mismo la moza les traerá unas jarras de cerveza. Mientras tanto yo comenzaré a contar esta historia que en los labios me quema.

Era noche de San Martin de invierno, oscura y fría como el filo de una navaja. Transitaban por los caminos que nos dio dios, Don Miguel y su esposa Doña Josefa, caminaban a paso rápido azuzados por el frío y por las ganas de llegar a casa.

Se les había hecho tarde, por eso entre dientes rezaba la esposa, y no precisamente una oración. Habían recorrido ya gran parte del camino y les restaba pasar junto al camposanto para poco después entrar en la localidad. El marido sintió la llamada de la naturaleza casi llegados al cementerio. Quería el hombre internarse un poco en la oscuridad para aliviarse ante los gimoteos de su esposa y sus suplicas de que no la dejara sola. Él la invitó a que lo acompañara si no quería quedarse sola, mas ella se negaba a moverse del lugar en el que estaba.

Se internó el hombre en la espesura y acabado su apuro se dispuso a encontrarse con su  mujer para seguir el camino hacia casa.

 Cuando llegó a donde ella estaba la encontró extrañamente callada. Esperaba que le hiciera algún tipo de reproche por haberla dejado sola. En cambio su rostro había perdido totalmente el color y su mano señalaba hacia delante en el camino, indicándole que mirara.

La noche no tenía luna, más un resplandor blanco iluminaba un tramo del camino y le pareció ver avanzar a varias figuras vestidas con sudarios  cuyos cuerpos eran grises y cenicientos. Creyó que era la Hueste, la Santa Compaña, se vio perdido, imploró que la tierra lo tragara en aquel momento.  

Se abrazó a su mujer, cerró los ojos y le invadió tal terror que le impedía moverse, no oyeron el tintineo de las campanillas que dicen que la Hueste lleva consigo. Abrieron los ojos y esperaron el desenlace.


Se escucharon las doce dadas por una campana que no existía, los fuegos fatuos iluminaron el camino y la marcha espectral siguió avanzando hacia ellos.

Se encomendaron ambos a la Virgen Maria para que los salvara de aquel peligro, y prometieron que si así era le llevarían de por vida una vela diaria. Se paró la marcha a pocos pasos, el tiempo se hizo más lento y creyeron encontrar caras conocidas entre aquella reunión. Caras de familiares y amigos que volvían a este mundo tal y como se habían ido de él.

Entre ellas se adelantaron  dos figuras que les eran familiares, la madre de Miguel y la madre de Josefa. Avanzaron un poco más y se detuvieron como si algo invisible no les dejara acercarse más.

-      No temáis hijos míos, que no os haremos ningún mal y nada os sucederá si atendéis a nuestras palabras y hacéis lo que os pedimos.

La pareja se tomó de la mano  avanzando lo que sus pies les dejaron. Miraban con estupor y temor.

-      No buscamos nada más que el descanso de nuestra alma y os necesitamos como mensajeros para hacer llegar  a algunos de nuestros seres queridos  mandas que quedaron sin hacerse, nos marchamos sin poder decirlas. Os pedimos que se las deis a quien corresponde, para que así nuestras almas puedan descansar por fin.

Escucharon sus peticiones, y las que sus madres les hicieron prometiendo cumplirlas y darlas a sus destinatarios. Acabada la charla, las ánimas siguieron su camino, seguidas por dos pares de ojos que miraban desaparecer  la marcha en la noche. Para al instante andar por otros senderos que no son de este mundo.

Volvió a sonar la campana con tañido lastimero despidiendo a aquellos que un día moraron en este mundo y ya partieron. Corrieron hasta la casa como si tuvieran alas en sus pies y el sueño los envolvió antes de que pudieran contar hasta tres.

Al día siguiente todavía absortos por lo que habían vivido, no hablaron del tema por miedo a que tomara forma. Llegada la noche recibieron una nueva visita en el umbral de su puerta.

Esta vez tan solo fueron las dos mujeres, vestidas con sus sudarios y el gesto lleno de pesar y desamparo.

-      Nuestras almas no descansan y si persistís en no cumplir nuestros ruegos, nos apareceremos cada día y cada momento hasta que se cumplan.

Cierto fue ya que la pareja comenzó a enfermar y a perder la salud y no había lugar en el que no se les apareciera algún alma recordándoles su promesa.

Donde fueran y cuando menos se lo esperaban, en las aguas de la fuente, en la iglesia por muchas velas que le hubieran puesto a la madre de Dios, en su casa, a la vuelta de la cualquier esquina.

Desde aquella fatídica noche no tuvieron descanso, hasta que después de cavilar y tomar una decisión firme, dieron los mensajes e hicieron las mandas que sus madres habían dejado dadas.

Desde entonces si alguna vez pasaban por un cruce de caminos y oían alguna campana tañir, corrían como alma que llevaba el diablo, que ya habían tenido bastante con una vez de mensajeros de los muertos.

Esta es la historia que sus propios protagonistas me relataron por lo que  prevengo a vuesas mercedes que si deben seguir camino no se lo piensen demasiado que ya casi ha anochecido y no lejos está el campo santo en el que se les aparecieron las almas de los que ya se fueron.

Quizá sea más sensato una buena cama y una buena cena y seguro que mañana caminaran con el alma más tranquila y quizá la bolsa un poco más ligera.

- ¿Qué  responden?



Fuente imagen: Propia, bajo la misma licencia del Blog. 


Comentarios

  1. Un cuento de miedo de los buenos de toda la vida

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  2. :) me alegro que te guste. un saludo.

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  3. Un cuento de miedo clasico. ¿Cómo se escribe hoy en día un cuento de miedo clásico? Me ha sorprendido mucho. Gracias por asustarme.

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    1. De nada un poco de miedo da vidilla y nos despierta :) . Buena pregunta Merit creo que para escribir un buen cuento de miedo hay que desearlo después haber leído historias de miedo, que te las hayan contado y si gustan haber visto películas de miedo de las buenas.Por ultimo mucha paciencia y ademas de que las musas te visiten y escribir, atreverte y mucha paciencia y escribir. un saludo.

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  4. Ya me habian comentado que era un buen cuento. Es muy bueno, felicidades.

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  5. gracias, a veces apetece leer algo con un poco de terror para despues taparse en la cama al recordarlo. :) un saludo

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  6. Una de fantasmas buena. Gracias por escribirlo.

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  7. Me he reido mucho a costa de la infanta...Elvira.

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  8. La infanta Elvira es ya como de la familia de este Blog muy traviesa :) es buena gente,yo también me he reído con la historia. Esta la de arriba es un poco mas de miedo pero tiene su aquel. un abrazo.

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  9. Eso esta bien :) buen finde Len.

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  10. un poco de miedo no hace mal a nadie.

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  11. Con la leyenda popular también te atreves. Me encanta.

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  12. Ahora me lo he leído. Es genial, te hace reír. Y da miedo el de cuando eras niño.

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    1. Me alegro que te guste y que lo disfrutes, es lo que importa. :)

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